Me da miedo mirarte, pensar en todas las cosas que he dejado de hacer. Estoy al lado de una ventana donde el sol lo revuelve todo tenuemente. Hay tormenta, imágenes dentro y fuera. Hay tibieza, lo que sé de mí y no soy yo. Hay voces detrás que se confunden con el cansancio que producen, las mismas, te estrangulan.
A través del cristal miro el suelo lleno de hojas de color castaño, húmedo. Recuerdo tus ojos que ahora son mucho más claros, me encojo de hombros y me abrazo. ¿Es mi memoria?, ¿me traiciona?, me habla, me miran.
Pasan nubes, coches, pájaros, ruidos, diminutos seres imperceptibles entre las gotas; personas que quedan expuestas a merced de esta absurda esclavitud de plomo. Una multitud callada, de cosas silenciosas, de objetos insignificantes, sonámbulos.
Las sombras de los edificios crecen. Hay algo más, algo que se cierne, que nos amenaza afilado siempre. Cohibido, presiento la siluetas empequeñecidas y oscuras torciendo su vista hacia mí a lo lejos. Sé que renunciaron a enfrentarse, a hacerlo, hace tiempo que nos dejaron.
¿Dónde irán estas horas muertas?, no hay manera de explicarlas, de saberlas, todas iguales y distintas, tan frescas, tan ocultas, tan ellas.
Ahora suena una música, como de nostalgia sin terminar… nunca, la mía. Me acompaña donde vaya, no sé olvidarla, dejar de escucharla tan al fondo. Un ritmo constante que sale a la superficie de entre la desgana y que evita (una vez más) que la vida sea sólo un mero envoltorio vacío.
http://www.youtube.com/watch?v=ns7BUPe4IVI
